Doctor Cuti and The Mogambos+ Borja Keeper. Sábado 19 de enero.
A las 22 horas. Precio: 5 euros.
Juan Ramón Vericad, o sea Cuti, lleva años exhibiendo las múltiples facetas de su admirable versatilidad, propia de quien vive por y para la música, sin más zarandajas. Más allá de sus estupendos discos en solitario, lo mismo se embarca en ocurrencias tan descacharrantes como los Hillbilly Mongows que se junta con un músico brasileño; de lo que uno puede estar seguro es de que cuando Cuti está sobre el escenario hay garantía de calidad, haga lo que haga.
Siempre maquinando nuevos proyectos, el último que se ha sacado de la chistera se veía venir de lejos. Era solo cuestión de tiempo que Cuti se decidiera a entrar al trapo de la música de New Orleans, esa exuberante mezcolanza de rhythm´n´blues, rock and roll, boogie, groove funky y picante especias criollas que algunos identifican con el nombre del plato más típico de la gastronomía local, el tumbo.
Cuidadoso con los detalles, incluso el nombre de la banda -Doctor Cuti and The Mogambos- revela esa intención de reivindicar el legado sonoro de tipos como Dr. John, Professor Longhair, Fats Domino o Neville Brothers.Y, para darle un punto de colorido visual a la cosa, Cuti apareció maquillado de espectro del carnaval del Mardi Gras y con el teclado adornado con calaveras, mientras sus sempiternos compinches, Guillermo Mata (bajo) y Fletes (percusiones) iban ataviados de exploradores con salacot. La inmersión de Cuti por los territorios sonoros del “french quartier” no se limita a recrear material ajeno, con versiones de piezas como IkoIko, todo un clásico de la música de raíz créole; You never can tell, de Chuck Berry; o una excitante revisión con sabor vudú de My babe de Willie, Dixon.
El cantante y pianista aragonés también estrenó un puñado de composiciones propias impregnadas por el peculiar latido rítmico y el irresistible sentido del boogie que caracteriza a la música de New Orleans, entre las que cabe destacar Hombres chino amarillo (con cierto aire a Santiago Auserón) o He sido malo. Música carnosa y embriagadora, facturada con pasión y conocimiento de causa. Y solo se trataba de una especie de ensayo general, pues en junio repetirán en la sala Arbolé; para entonces, no se pierdan el último invento de Cuti. Para rematar la noche sesión de vinilo a cargo de uno de los cantantes aragoneses con mas proyección, Borja Keeper promete una noche para mover el esqueleto.
Widowbirds. Domingo 20 de enero.
A las 21.30 horas. Precio: 8 euros anticipada y 10 en taquilla.
Desde Australia, cuna de grandes bandas, nos llegan The Widowbirds. Formados en el año 2010, Shenandoah es su álbum de debut, aunque anteriormente ya habían lanzado un EP en formato digital que alcanzó cierto éxito en su país natal, donde comenzaron a ser una banda habitual en festivales y como grupo de apertura en la giras de artistas australianos e internacionales. Paul Weller por ejemplo los eligió personalmente como teloneros para su gira australiana de presentación de Wake Up The Nation y acabó incluso colaborando con ellos sobre el escenario.
Mientras uno escucha Shenandoah, le vienen a la cabeza grandes nombres del hard dock de los 70 como Led Zeppelin, Faces o Free, e incluso algún momento nos traerá a la memoria a los Black Crowes de Amorica. Aunque, por supuesto, The Widowbirds tienen la suficiente personalidad propia como para que los tomemos en cuenta. Lo suyo es pues un hard rock de raíces blueseras y con un toque muy folkie y campestre, debido sin duda al uso de la guitarra acústica que en algunos momentos toma un lugar preferente en la mezcla, como en My time, tema en el que incluso se atreven a incluir cuerdas.
Otros temas siguen la línea del Blues acústico como los que cierran el disco, Time we gotta move on y Lead myself astray. Más temas a citar en la vertiente más "guitarrera", aunque realmente todo el disco esté a un nivel similar, son Go down, Tonight we ride o Lay your love.
El referente más obvio pues sería III de -de nuevo- Led Zeppelin, aunque realmente solo compartan cierto espíritu con el mítico álbum. Ayuda además a desechar comparaciones que la voz de Simon Meli, cuyo trabajo vocal a lo largo de todo el disco es impresionante dicho sea de paso, no intente imitar a ninguno de esos grandes vocalistas del pasado sino seguir su propia senda.
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